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Caño Martín Peña: Un caso de estudio sobre la acción comunitaria
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Introducción: De la resistencia a la propuesta
El caso del Caño Martín Peña representa una situación de rescate y restauración de un recurso natural casi completamente perdido, con el objetivo de integrar espacios públicos y áreas verdes al área urbana de alta densidad poblacional que componen las comunidades que lo circundan. El Proyecto ENLACE del Caño Martín Peña es una propuesta hecha desde las bases del activismo comunitario para lograr el desarrollo integral de sus comunidades, incluyendo la restauración del cuerpo de agua cegado y la provisión de infraestructura básica. Combina así el proyecto dos aspectos de la lucha ambiental: la lucha por los servicios básicos, y contra la degradación ambiental desde la perspectiva económica; y suma la lucha por la restauración del recurso perdido. Esta acción aporta significativamente a la rehabilitación del Estuario de la Bahía de San Juan, uno de los ecosistemas de mayor importancia en el área metropolitana, al restablecer la conexión entre las aguas del este y el oeste del Estuario.
El Caño Martín Peña: La línea divisoria entre Santurce y Hato Rey se convierte en el hilo concuctor que nos une
El Caño Martín Peña, un cuerpo de agua natural de aproximadamente 4 millas de longitud, tenía entre 200 a 400 pies de ancho y conectaba la Bahía de San Juan en el oeste con la Laguna San José en el este. Esta última, a su vez, conecta al resto del Estuario de la Bahía de San Juan hasta su otra entrada de mar en Boca de Cangrejos. Durante la primera mitad del siglo XX, la caída de la industria agrícola durante la década de los años treinta y el proyecto de desarrollo económico industrial Operación Manos a la Obra, empezado durante la década de los años cuarenta, fueron catalíticos de un proceso de migración del campo a la ciudad que resultó en una necesidad de vivienda que el Estado no podía satisfacer. Las propias familias, en conjunto con la maquinaria del Estado, rellenaron las orillas, para ir anegando terrenos y forjar un espacio donde vivir. Hacia el 1956, la mayoría de los humedales y partes del cuerpo de agua se habían rellenado, al mismo tiempo que se establecían fuertes redes sociales y cohesión comunitaria.
Hoy día, el segmento este del Caño Martín Peña, que deslinda al norte el Barrio Obrero de Santurce y al sur Hato Rey, en su punto más ancho debajo del histórico Puente Martín Peña, apenas llega a los 100 pies de ancho y 5 pies de profundidad. En las áreas al este, más cercanas a la Laguna San José, el Caño continúa perdiendo ancho y profundidad hasta convertirse en un cuerpo de agua cegado. La posibilidad de cruzar el Caño a pie de norte a sur en varios segmentos es prueba fehaciente de la carencia casi completa del intercambio de las aguas entre la Bahía de San Juan y la Laguna San José. El tapón existente impide la circulación del agua, afectando la calidad del ecosistema y el manejo de las aguas superficiales en la ciudad. Además del tapón físico en el Caño Martín Peña, miles de estructuras, viviendas y comercios de las áreas cercanas descargan sus aguas usadas directamente al remanente del cuerpo de agua a través del sistema de alcantarillado pluvial. La falta de infraestructura redunda en que las aguas usadas se desborden en las calles, casas y escuelas, lo que afecta la salud y seguridad de miles de seres humanos.
Génesis del Proyecto ENLACE: La transformación de una obra de ingeniería a una de justicia social y ambiental
Las ocho comunidades que se ubican a los márgenes del Caño Martín Peña son: Parada 27, Las Monjas, Buena Vista Santurce, Israel-Bitumul, Barrio Obrero Oeste y San Ciprián, Barrio Obrero Marina, Buena Vista Hato Rey y la Península de Cantera. Por décadas, y a pesar de su importante contribución en el quehacer cultural y económico del País, las comunidades del Caño habían permanecido invisibles en las iniciativas de desarrollo social y protección ambiental. Las propuestas del Gobierno y el sector privado para el área del Caño parten del desplazamiento de las comunidades (Rodríguez, 2005). En el 2001, se propone dragar el Caño como un proyecto de transporte marítimo del Departamento de Transportación y Obras Públicas (DTOP) pero, a través del Proyecto ENLACE del Caño Martín Peña, dicha iniciativa se reorientó al desarrollo integral de las comunidades aledañas al Caño al reconocer la necesidad de atender las condiciones sociales y estructurales que llevaron a la degradación ambiental del cuerpo de agua. La idea de un proyecto como el dragado enfocó la participación ciudadana ya existente, y favoreció el surgimiento de nuevas estructuras organizacionales como el Grupo de las ocho comunidades aledañas al Caño Martín Peña, Inc. (G8). Las ocho comunidades, con sus respectivas organizaciones y juntas comunitarias, se unen para trabajar por el dragado del Caño Martín Peña, esta vez como ente protagónico y utilizando la participación ciudadana como herramienta para todas las facetas del Proyecto ENLACE.1
Durante un periodo de dos años (2002-2004) se llevaron a cabo más de 700 actividades para propiciar un diálogo de saberes, formar consenso, definir metas y objetivos e identificar las obras necesarias que encaminarían las comunidades a lograr su desarrollo integral. Este diálogo de saberes fue un proceso facilitado, en gran parte, por trabajadores sociales comunitarios; en él participaron arquitectos, planificadores, ingenieros, abogados, y psicólogos para aprender de los residentes y los residentes de estos, poniendo las herramientas del Estado en función de la comunidad. Uno de los resultados más significativos de este proceso participativo fue la creación del Plan de Desarrollo Integral y Usos del Terreno del Distrito de Planificación Especial del Caño Martín Peña (conocido como el “Plan”), cuyos objetivos son la restauración ambiental del Caño, mediante su dragado y canalización, la construcción de infraestructura para las comunidades aledañas, y el desarrollo social y económico de éstas. Su fundamento, es la visión de “una comunidad unida y próspera, modelo de convivencia autogestionaria en el corazón de San Juan” expresada por las comunidades y capturada en la Ley Núm. 489 de 24 de septiembre de 2004, según enmendada, para el Desarrollo Integral del Distrito de Planificación Especial del Caño Martín Peña (Ley 489-2004).
La Ley 489-2004, redactada también entre residentes y profesionales, valida el plan diseñado y al G8 como ente de participación comunitaria; crea la Corporación del Proyecto ENLACE del Caño Martín Peña (la “Corporación”) y el mecanismo legal del Fideicomiso de la Tierra del Caño Martín Peña (el “Fideicomiso”) que formaliza la relación de los residentes con la tierra. Este mecanismo, único de su tipo en Puerto Rico a la fecha, se destaca por proteger a la comunidad evitando el desplazamiento involuntario de los habitantes que resultaría por las fuerzas del mercado.
Logrando la restauración del Caño Martín Peña un día a la vez: La lucha y concienciación ambiental de un pueblo
El enfoque en la creación y mecanismos de cambio en la política pública que llevó al nacimiento del Proyecto ENLACE se sustenta a diario en distintas facetas que incorporan estrategias a corto, mediano y largo plazo. Todas las estrategias se trabajan día a día con distintos comités y estableciendo variadas escalas e intensidades de trabajo con responsabilidades compartidas entre el G8, la Corporación y el Fideicomiso. A su vez, el proceso de restauración ambiental no se ha limitado geográfica o socialmente. Las estrategias que se trabajan desde la perspectiva ambiental se extienden desde los márgenes del Caño, hacia la recuperación de espacios públicos para áreas verdes dentro de una zona que tiene la más alta densidad poblacional de Puerto Rico, con limitados espacios para desarrollo de nueva vivienda y recreación. Las estrategias han ido evolucionando hasta incorporar la lucha por la educación sobre el Caño Martín Peña como un espacio importante dentro del Estuario de la Bahía de San Juan y para el desarrollo socio-económico de Puerto Rico, en fin, la zona es un espacio cuya lucha comunitaria nos beneficia colectivamente.
Los esfuerzos de concienciar sobre la situación actual del Caño, reconocer la necesidad de acción y dar pasos concretos hacia dicho objetivo, son parte de la gestión comunitaria que realizan los residentes para sus comunidades, Puerto Rico y el resto del mundo. Niños, jóvenes y adultos se ocupan hoy de llevar un mensaje a todos los sectores de forma tal que se reconozca la importancia de restaurar el Caño, atendiendo las necesidades actuales, al mismo tiempo que sembrando la semilla de concienciación ambiental para el futuro. Así se construye la base para “el Caño que queremos”.
Preparando hoy los líderes del mañana en las escuelas
La identificación, por parte de los estudiantes del programa vocacional de pastelería de la Escuela Superior Dr. Albert Einstein en Barrio Obrero, de la necesidad de cosechar productos para utilizarlos en su cocina fue el catalítico de dos eventos trascendentales: la creación del primer huerto escolar y, en agosto 2012, el establecimiento del programa de educación ambiental Estudiantes Dispuestos a la Restauración Ambiental (EDRA). El trabajo de los jóvenes en el huerto escolar se enfoca, primordialmente, en hacer proyectos de concienciación ambiental y reconocimiento de la importancia de cultivar productos agrícolas en las condiciones que el Caño provee, convirtiendo los huertos escolares en salones de clase y sentando las bases para el tema de la seguridad alimentaria, que es muy importante para el País. Ambas iniciativas fueron replicadas en las dos escuelas intermedias del Distrito de Planificación Especial del Caño Martín Peña (Distrito). El EDRA se convirtió, además, en el precursor de otras actividades como: (1) el proyecto Cronistas del Caño donde los jóvenes se convirtieron en científicos ambientales, recopilaron datos de salud y plasmaron sus experiencias y percepciones con relación al Caño en un cuaderno, información que posteriormente fue utilizada en el desarrollo de la Evaluación de Impacto a la Salud llevada a cabo en alianza con la Escuela de Medicina Icahn de Mount Sinai;2 (2) los monitoreos3 de calidad de agua del Caño Martín Peña incorporados a las clases de química y ciencias ambientales que fomentaron en los jóvenes el ver la ciencia como algo que “pueden hacer”; y (3) el desarrollo de proyectos de reciclaje en colaboración con la microempresa Martín Peña Recicla, Inc.
En las ocho escuelas elementales, por su parte, se estableció el Programa Patrulleros del Ambiente, donde se promueve el desarrollo de destrezas de liderazgo ambiental para proteger y fomentar en los niños el rescate del Caño Martín Peña. El programa de Patrulleros busca que los estudiantes de escuela elemental analicen su entorno y lo integren a su diario vivir. Los Patrulleros elaboran murales con temas ambientales y participan en programas de reciclaje y huertos, entre otros. En todas las escuelas se ha llevado el mensaje de la urgencia del dragado y el rescate ambiental comunitario del Caño, atendiendo unas necesidades educativas a corto plazo, y cultivando la nueva cepa de líderes ambientales comunitarios.
Estas iniciativas que ocurren a lo largo del año son el resultado de la necesidad de dar seguimiento a actividades puntuales de concienciación ambiental ya existentes. Cada programa tiene un evento cumbre que utiliza herramientas populares como la música o el teatro para que los jóvenes den rienda suelta a su sentir y su visión de la problemática ambiental que les rodea. A través de El Caño Manifiesta, cientos de jóvenes participaron en talleres ambientales en los cuales se utilizaban diversos géneros de música como gancho para crear líricas y coreografías en torno a lo aprendido o señalado en los talleres; De Teatro por el Caño utiliza las bellas artes e integra destrezas de mapas urbanos para crear obras de teatro callejero que se prestan para que los jóvenes participantes, física y metafóricamente, tomen los espacios comunitarios con el mensaje trabajado en conjunto. A través de Teatro por el Caño, los jóvenes revitalizaron un solar vacante en la avenida Rexach al cual caminaron desde la Escuela Superior Albert Einstein resaltando y equiparando la violencia que viven con la violencia ambiental, reflexionaron sobre vivir entre dos aguas, el proceso de migración entre República Dominicana y Puerto Rico, entre ser puente generacional entre una y otra tradición y cómo eso influye en aprender de sus nuevas realidades y el impacto que tiene llevar la carga emocional ambiental de ser ese puente. Se llevan a cabo, además, actividades recreativas enfocadas en la prevención de la violencia social y ambiental, como el Martín Peña Juega, un día de juegos diseñados por los niños para provocar la reflexión sobre temas que giren en torno al ambiente y la violencia social.
Impactando las comunidades
Una de las primeras actividades ambientales significativas luego de iniciado el Proyecto ENLACE aunó esfuerzos de los sectores privado, gubernamental y comunitario, para realizar dos limpiezas mediante las cuales se recolectaron más de 300 toneladas de basura. En iniciativas posteriores de menor escala, solares vacantes dentro de las comunidades del Caño, normalmente transformados en vertederos clandestinos, se rescatan y rehabilitan convirtiéndose en espacios cruciales para el desarrollo del apoderamiento comunitario. El rescate de solares vacantes en comunidades como las aledañas al Caño Martín Peña se vuelve un proceso crucial para la concienciación y el apoderamiento de la comunidad con varios objetivos clave:
1) Fortalecer la red social de la comunidad a través de una acción que requiere del quehacer colectivo.
2) Eliminar los vertederos clandestinos y mejorar la salud de la comunidad eliminando consigo sabandijas y plagas.
3) Educar sobre el uso de los espacios y la importancia de una zona marítimo terrestre, delimitando los bienes de dominio público, y un Caño limpio a través de la acción.
4) Transformar espacios, proveyendo esperanza a los participantes. En espacios donde se ha perdido la sensación de la autogestión, se restauran ánimos y fortalezas en un proyecto común que les permite pensar que es posible crear y desarrollar proyectos si todos se juntan y más aún que ese cambio que se quiere lograr está en las manos de todos.
5) Crear una base ciudadana activa, desarrollar espacios para el disfrute colectivo, y educar a los residentes para que luego del dragado no se creen nuevos vertederos. Se colectivizan los espacios y se ejemplifica lo importante de mantenerlos limpios y saludables.
6) Desarrollar espacios productivos.
Como parte de este rescate, el Proyecto ENLACE del Caño Martín Peña y el G8 viabilizan los Comités de Solares Vacantes, comités seleccionados en asambleas comunitarias donde los residentes definen estrategias de uso temporero para garantizar un uso apropiado de los solares vacantes en las zonas vulnerables relacionadas con el dragado del Caño Martín Peña. A manera de ejemplo se puede señalar el uso colectivo que se le ha dado a los espacios que surgen luego de demoler las estructuras ubicadas en la zona marítimo terrestre y cuyas familias fueron realojadas a viviendas decentes, seguras y sanitarias; o espacios que surgen como consecuencia de obras tales como la realineación de la avenida Barbosa. Los planes para estos espacios fueron elaborados en asambleas comunitarias, utilizando métodos tales como sistemas de información geográfica participativa y elaboración de mapas comunitarios. Las iniciativas se traducen en intervenciones a corto, mediano y largo plazo que van desde varias instancias de cine ambiental llevadas a cabo en conjunto con otras iniciativas del Programa del Estuario de la Bahía de San Juan, hasta la siembra en neumáticos desechados y la creación de jardines comunitarios.
Entre las otras iniciativas desarrolladas por los residentes para promover la limpieza y el rescate de solares vacantes a través de la junta comunitaria, surgió el Huerto Ecológico Comunitario Las Monjas y Buena Vista Hato Rey, el cual contó con el apoyo del Proyecto ENLACE del Caño Martín Peña y el G8. A este se unieron los huertos comunitarios de Israel y Bitumul y El Pilar y El Bohío, ambos en Buena Vista Santurce, naciendo entonces la red de huertos conocida como los Huertos del Caño como parte de la definición de la comunidad de “el Caño que queremos”. Estas experiencias son las manifestaciones de las comunidades para reclamar su espacio de común unidad, un espacio para reverdecer, replantearse el entorno urbano y reconectar con los vecinos y con la economía en la que se basan muchas de las interacciones en el barrio: trueques y favores, intercambiando comida y labor. Esta autodeterminación y participación en los espacios públicos se manifiesta también en la toma de su destino, dirige estos espacios a suplir una seguridad alimentaria y reclama “que la comunidad coma primero”.
Los esfuerzos comunitarios de educación ambiental no terminan aquí, sino que se nutren, además, de otras actividades de orientación a través de la repartición de magnetos informativos a todos los residentes sobre qué hacer en casos de inundación y cómo cuidarse si entra en contacto con el agua contaminada del Caño; y las campañas educativas de Martín Peña Recicla, Inc., microempresa partícipe de la incubadora de empresas comunitarias con responsabilidad social dedicada al acopio de material reciclable para fortalecer el área, y otras dirigidas a reducir la degradación ambiental del Caño. La incubadora de empresas comunitarias del Proyecto ENLACE ha apoyado el desarrollo de, por ejemplo, Excursiones ECO y Bici-Caño para dar a conocer y reconocer la importancia ambiental del Caño y los esfuerzos por restaurarlo proveyendo viajes en bote por el estuario y en bicicleta por el Distrito. Estas microempresas de base comunitaria, ayudan a preparar líderes y generar empleos resaltando la belleza actual del Caño y preparando el camino para su restauración.
De lo invisible a lo visible
Según declaran los líderes del G8, si bien se reconoce la necesidad del Estado en la restauración del Caño, la comunidad ha decidido no sentarse a esperar a que el gobierno haga todo. Las comunidades han ejercido su poder para encaminar las acciones para el dragado del Caño. Es por esto que han determinado establecer una pauta diferente donde las agencias se hacen responsables ante la comunidad y la comunidad mantiene una vigilancia y participación activa ante las acciones del Estado. En acciones que pueden ser amenazantes para el Estado, las comunidades buscan asegurar se reconozcan sus necesidades, se actúe con paso firme y decisivo, ejecutando las intervenciones necesarias en el Distrito que garanticen la salud, la seguridad y el bienestar de las comunidades.
El G8, consecuentemente, ha liderado campañas de salud y una campaña masiva para cubrir el Distrito con banderines amarillos con los mensajes de “Dragado = Salud” y “Dragado + Participación = Justicia”. Con su llamativo color, el despliegue de estos banderines busca demostrar unidad en su reclamo: la restauración del flujo hidráulico del Caño y la revitalización de las comunidades, independientemente del interés de todo aquel político que visitara las comunidades en proceso de campaña. De forma similar y para romper el cerco de invisibilidad de los candidatos a escaños políticos en el 2012, el G8 creó una campaña mediante la cual se enviaron botellas con agua del Caño a todos los candidatos, acompañándolas con una carta firmada por miles de residentes manifestando la necesidad de garantizar los fondos para llevar a cabo el dragado del Caño Martín Peña. Esta campaña para ejercer presión sobre los políticos, adueñarse de espacios y visibilizar la urgente necesidad de la restauración del Caño y la revitalización de sus comunidades, escaló y se llevó a una protesta sobre el puente Martín Peña cuando ningún político respondió el emplazamiento comunitario.
El G8 ha sido también partícipe del desarrollo del proyecto a nivel federal, especialmente cuando llegaron a un impasse las negociaciones con el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los EE.UU. (USACE por sus siglas en inglés), la agencia federal encargada de aprobar el estudio de viabilidad del dragado. En dicha ocasión el G8 se movilizó y realizó una manifestación en las oficinas del USACE en San Juan. Dicha manifestación consistió en llevar baldes de sedimento del Caño, cada uno identificando el nombre de las comunidades aledañas, en lo que llamaron un dragado simbólico, “el dragado a mano”. Esta, junto a otras acciones, lograron abrir nuevamente la puerta y continuar con los trabajos iniciados hacía dos años, un requisito indispensable para competir por una autorización de fondos federales para el dragado. Y así, la comunidad unida levanta su voz por la restauración ambiental y la salud pública, demandando acción irrespectivamente de intereses políticos que anteponen los intereses individuales sobre el bienestar colectivo de las comunidades.
Seguimos aquí: éxitos y retos futuros
Promover y cultivar la participación ciudadana conlleva recursos, generar espacios de diálogo y acompañarlos con espacios de acción y reflexión. En el caso de las comunidades del Caño, los procesos participativos crearon nuevos instrumentos para asegurar una amplia participación ciudadana. El G8, la Corporación y el Fideicomiso son los instrumentos principales. Tenemos un liderato maduro que además de dialogante, es facilitador de diálogos en sus propios espacios de acción. Los facilitadores en algunos contextos son también actores. Los líderes en algunos contextos son facilitadores. Las decisiones de los asuntos vitales las toma la comunidad, y el resto diseña estrategias para viabilizar procesos deliberativos informados.
Dentro de la formalización del proyecto, el G8 crea y mantiene sus propias actividades y propuestas. Estas se han tornado, por ejemplo, en iniciativas como Martín Peña Recicla, Inc., Excursiones ECO y Huertos del Caño. Los residentes crean el Caño que quieren y le han mostrado a otros lo que puede ser, por qué luchar y que vale la pena la lucha. Esta visión compartida; la unión a pesar de los tropiezos; la sensación de que lo han logrado con un plan diseñado por ellos mismos; una ley y un fideicomiso en su lugar para lograr la restauración; y que, luego de alcanzada, no haya desplazamiento, son un logro. Empero, lo más importante es el impacto de haber fortalecido el sentido de pertenencia. Los líderes observan que, a través de las actividades comunitarias y procesos participativos, ha aumentado su autoestima y la de los jóvenes. Las actividades comunitarias han llevado a un “yo” más fuerte, que se enmarca dentro y como parte de la comunidad y las metas de mejoramiento de las mismas. Para el G8 está claro que ese aumento en autoestima, y ese sentido de pertenencia fortalecido, provoca a su vez una mayor y mejor prevención y conservación de recursos. El G8–a través de las actividades propias y las compartidas con las otras entidades del Proyecto ENLACE (la Corporación y el Fideicomiso)–se mantiene en movimiento desde adentro y desde afuera.
El G8 identifica que el reto principal aún está en que faltan años para el dragado propiamente. Desde el G8 se plantean y cuestionan, “¿Cómo mantener el interés y la participación ante una meta lejana?.” Ante esto los líderes ven que su función es presentarles a los residentes las posibilidades y alternativas que existen a la realidad actual. Según se invierte y fortalece el capital social de las comunidades, la meta se vuelve más real y tangible, algo que cada vez más voces verán como una realidad posible y como algo a reclamar con urgencia. Mario Núñez, portavoz del G8, especifica que si “la perspectiva de participación se cae, con ella así se perdería la posibilidad de dragar el Caño Martín Peña.”
Para disminuir esta amenaza, el Proyecto ENLACE trabaja los tres tipos de participación y acción para la concienciación y restauración ambiental presentados en este escrito: acciones a corto, mediano y largo plazo. A corto plazo tenemos actividades enfocadas en impactos a pequeña escala del entorno inmediato. Los huertos comunitarios y escolares son la manifestación de estas acciones que fomentan la participación ciudadana, la unión de los residentes hacia un área de tenencia o trabajo colectivo y la protección de los espacios verdes. Los huertos son la manera de conectar con la tierra, apoderarse de su comunidad y de ver casi inmediatamente el resultado del trabajo y la base de cómo se verá el entorno geográfico luego de realizar el dragado. A mediano plazo se trabajan iniciativas para diseñar, construir y educar sobre mejoras a la infraestructura incluyendo nuevos sistemas de alcantarillado pluvial para reemplazar los actualmente incompetentes que sirven el Distrito; un calendario de trabajo para limpiar los sistemas de alcantarillado existentes y la construcción de sistemas de alcantarillado sanitario que se da con la participación constante de los residentes. Por último, a largo plazo, se mantiene como prioridad, la restauración hidráulica del Caño Martín Peña que, a su vez, se nutre de actividades puntuales como los banderines y el dragado a mano.
La lucha por la justicia ambiental para las comunidades del Caño Martín Peña, al mismo tiempo, ha afianzado el apoyo de agencias gubernamentales a través de acuerdos, trabajo en conjunto y en sincronía con organizaciones sin fines de lucro, grupos privados y el apoyo institucional e investigativo de universidades que recopilaron los datos necesarios para sustentar la necesidad del dragado. La diversificación de aliados y fuentes de fondos afianza la permanencia y va visibilizando la lucha ambiental por la restauración del Caño Martín Peña como una de derechos humanos en y fuera de Puerto Rico. La lucha por la visibilización de las condiciones del Caño Martín Peña y sus comunidades aledañas, ha llevado a una coordinación inter agencial que incorpora proyectos de infraestructura básica en los planes de trabajo de las agencias por primera vez en el siglo XXI. También a la exportación de esta necesidad y los beneficios de la Restauración Ambiental del Caño, por medio de una creciente red de aliados locales e internacionales, donde programas como el Estuario de la Bahía de San Juan o la diáspora puertorriqueña en Estados Unidos hacen eco y comunican a sus redes que el dragado no solo traerá consigo la restauración ambiental del estuario y aumentará la resiliencia de las comunidades del Caño, y del País, sino que multiplicará el efecto de las inversiones que se lleven a cabo en el Caño para toda el área.
Las acciones hacia la restauración ambiental incorporan un elemento de relevo generacional. Quizás, paradójicamente, las acciones que esperamos tengan el mayor impacto a largo plazo, con la esperanza de que la próxima generación será la que mantenga al Caño restaurado limpio y las comunidades vitales, son las actividades de concienciación ambiental llevadas a cabo en las escuelas. Mediante los programas de concienciación ambiental descritos anteriormente se fomenta la participación y se enlazan las iniciativas ambientales con la labor comunitaria, promoviendo destrezas de liderazgo entre los más jóvenes. Estos programas han sido sumamente importantes para establecer como objetivos alcanzables que, en un futuro, sean los jóvenes partícipes de dichos programas, los que tomen las riendas de su comunidad y protejan nuestros recursos. Estas experiencias y conocimientos permitirán que sean ellos nuestros científicos, ornitólogos, intérpretes ambientales, agricultores en un Caño ya dragado, sirviendo a su comunidad en el área ambiental.
Es por esto que, aunque un plano tome precedencia sobre otro en algún momento en particular, es crucial mantener un balance entre las actividades comunitarias y los procesos de planificación y preparación de aquellas metas a mediano y largo plazo, como lo es el cumplimiento ambiental para el proyecto de la restauración ambiental del Caño a través del dragado. Mantener el enfoque en una sola meta, la restauración del Caño y la revitalización de sus comunidades aledañas, solo se da a través de un proceso constante de educación en el presente.
Conclusión: Pertinencia y permanencia
El reclamo por la permanencia de las comunidades va a la par con la restauración del Caño Martín Peña como el hilo conductor del Estuario de la Bahía de San Juan y como un recurso natural valioso para Puerto Rico. De un proyecto de infraestructura que buscaba dragar el Caño, el Proyecto ENLACE se convirtió en una iniciativa de desarrollo integral, con una visión holística del problema y sus soluciones y, la mayor distinción, con una participación ciudadana constante en todos los procesos. Por ser complicado, el problema no puede tener una solución sencilla. Ante recursos limitados, las alternativas y oportunidades se presentan y discuten en un proceso de diálogo abierto y negociación. El Proyecto ENLACE del Caño Martín Peña, y las entidades que lo integran, presentan una alternativa a la falta de sustentabilidad resultante del actual modo de desarrollo y una esperanza para el futuro que hay que rescatar. El Proyecto ENLACE surge del espacio de resistencia para convertirse en uno de propuesta, donde se redistribuye el poder del Estado a través de los mecanismos de participación ciudadana, para garantizar lograr la restauración del recurso natural al igual que poder crear la base para el manejo futuro del recurso restaurado. Mas, cómo se da esta participación, cómo se enfrentan los múltiples retos y frentes de resistencia, y cómo se crean experiencias de éxito para seguir hacia adelante, son preguntas que solo se contestan partiendo de un proceso continuo de aprendizaje sobre el cual se crece, desarrolla y comparten nuevos saberes. El Proyecto sirve como modelo imitable de un desarrollo socioeconómico integral que toma en consideración las necesidades y circunstancias de cada comunidad y de cada intervención específica. El Proyecto ENLACE ejemplifica cómo la unión de voluntades, el compartir de saberes, la participación y el apoderamiento comunitario son esenciales para llevar a cabo proyectos que realmente aporten al desarrollo social, económico y ambiental del país.
El trabajo ambiental del Proyecto ENLACE se ha llevado a cabo gracias al apoyo de los miembros de AmeriCorps VISTA y AmeriCorps STATE, del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales, el Estuario de la Bahía de San Juan y gracias al continuo apoyo de voluntarios y organizaciones sin fines de lucro de Puerto Rico y Estados Unidos. Muchas de las actividades aquí descritas se han realizado gracias a fondos provenientes del programa UrbanWaters otorgados por la Agencia de Protección Ambiental federal (EPA, por sus siglas en inglés). Reciban todos nuestro agradecimiento.

Texto escrito por Katia R. Avilés Vázquez, María T. Rodríguez Mattei, Ana E. Pérez Quintero, Lituania Alicea Bernard y Estrella Santiago Pérez, con aportes de líderes del Grupo de las Ocho Comunidades aledañas al Caño Martín Peña (G8, Inc.).
Este texto se publicó originalmente en 2018 bajo el título “Al rescate de un ecosistema estuarino: la acción comunitaria en la lucha por la restauración del Caño Martin Peña,” en Gustavo García, Carmen M. Concepción, Alejandro Torres Abreu (Editores), Ambiente y Democracia (Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 2018). Edición original de Mario Núñez Mercado y Felícita Maldonado.
Notas
- Para más información sobre el proceso de organización comunitaria, ver Cotté Morales, Alejandro. “Transformación social desde las entrañas del gobierno: Experiencias del trabajo social comunitario en el Proyecto ENLACE del Caño Martín Peña”. En A. Cotté Morales, M. Orfilia Barreto, D. Pizarro Claudio, W. Quiñones Sierra, R. M. Seda Rodríguez, y L.A. Vega Rodríguez (eds.), Trabajo Comunitario y Descolonización (Puerto Rico: Fundación Francisco Manrique Cabrera, 2012).
- Aunque las iniciativas de salud no son el enfoque de este escrito es importante recalcar la importancia del insumo y participación de los residentes en la dirección y diseño de los estudios epidemiológicos de salud llevados a cabo. En alianza con la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud de Ponce y la Escuela de Salud Pública del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico se han llevado a cabo dos estudios epidemiológicos que se nutrieron del esfuerzo del Comité de Salud del Proyecto ENLACE para diseñar el cuestionario e impartirlo en el Distrito. La Evaluación de Impacto a la Salud recoge las experiencias y los resultados de estudios previos en un solo documento, fortaleciendo los argumentos de la necesidad de la implantación del Plan diseñado por los residentes.
- El trabajo de monitoreo de aguas comenzó bajo el Programa de Monitoreo de Agua del Estuario de la Bahía de San Juan.