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Hidropaisajes coloniales: El problema del agua en Puerto Rico
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El estado del hidropaisaje1 puertorriqueño dista mucho de ser prometedor. No sólo está contaminado y es manejado de manera ineficiente, sino que la inacción del gobierno ante las sequías y los efectos del cambio climático implican que Puerto Rico es cada vez más vulnerable a la escasez de agua y su racionamiento. Para entender plenamente el estado actual del paisaje hídrico en Puerto Rico, y el problema del agua en general, es necesario reflexionar sobre las circunstancias históricas y sociales que han influido en su producción, considerando particularmente el papel que tanto el colonialismo como el capitalismo han jugado en este proceso.
La transformación del hidropaisaje puertorriqueño está directamente enlazada a la historia colonial de Puerto Rico, inicialmente con España y luego con Estados Unidos, por lo que comenzaré este ensayo explicando el concepto del colonialismo ambiental, proponiéndolo como una dimensión básica de todo proyecto colonial. Luego, a fin de elucidar esa transformación, esto en términos de las formas en que el colonialismo y el capitalismo han configurado el hidropaisaje puertorriqueño, esbozaré su desarrollo histórico desde 1898 hasta el presente. A esto le seguirá un breve análisis de la gestión ineficiente de los recursos hídricos en la colonia, y algunas observaciones acerca de la contaminación de sus aguas. Luego, analizaré los riesgos y desafíos que las pobres respuestas a las sequías y al cambio climático representan para los puertorriqueños. Por último, mencionaré algunas propuestas de política pública para mejorar la gestión del agua en Puerto Rico y ofreceré algunas alternativas a las iniciativas recientes del gobierno para privatizar el sistema de manejo y abastecimiento de agua en la isla.
El Colonialismo Ambiental
En la mayoría de los relatos de historiadores y científicos sociales sobre el origen y desarrollo del capitalismo, la discusión de su relación con el colonialismo sigue siendo marginal. Según el antropólogo Fernando Coronil, el capitalismo no se originó en Europa, sino en el contexto de las interacciones globales entre Europa y sus colonias.2 El capitalismo,un fenómeno moderno, se desarrolló como resultado de las transacciones transcontinentales que comenzaron a partir la conquista y la colonización de las Américas. Sin embargo, las narrativas dominantes no sólo niegan estos orígenes, sino que tienden a enfocarse en el proceso de colonización de los pueblos, omitiendo los efectos que esto tuvo en el medio ambiente, dejando a la naturaleza fuera de la historia. En el mejor de los casos, la naturaleza es el escenario o trasfondo material en el que ocurre el drama de la colonización y la resistencia. La naturaleza aparece como algo externo, una ubicación que reproduce el dualismo entre naturaleza y sociedad. En la mayoría de los relatos del colonialismo, cimentados en lo que Neil Smith llamó la “ideología de la naturaleza,”3 el medio ambiente es representado como un campo exterior y a menudo imperecedero, una fuente de materia prima ubicado fuera de las trayectorias históricas de lo social y lo cultural.4 Esta ideología oculta las formas en que las dinámicas del capitalismo—y las corrientes coloniales subyacentes—participan en la producción de la naturaleza, así como los modos en que los seres humanos provocan cambios en el medio ambiente.
En los campos de las Ciencias Sociales y las Humanidades, el concepto de colonialismo ambiental sigue siendo polisémico. Algunos estudiosos definen el colonialismo ambiental como la exportación de contaminantes y desechos tóxicos a las colonias y a los países pobres.5 Este “colonialismo tóxico” no se limita a la exportación de capital fijo—propiedades, equipos, tecnologías, fábricas—que producen contaminación, sino que también implica la exportación de los desechos mismos, sólidos u otro tipo, a países pobres.6
Otros, como el Doctor Robert H. Nelson, definen el colonialismo ambiental en términos de las diversas formas en que los ambientalistas y gestores ambientales de Europa y Estados Unidos toman control de la administración de los recursos naturales en países pobres, produciendo a menudo formaciones de desigualdad ambiental.7 Por ejemplo, la fundación de reservas naturales o refugios de vida silvestre en África, administrados por gestores ambientales de Europa, ha desplazado y empobrecido a los usuarios locales, negándoles el acceso a los recursos necesarios para su sustento y supervivencia.8
El colonialismo ambiental también es considerado como una dimensión básica de la colonización. Este enfoque, como explica David Arnold, se basa en el concepto de “imperialismo ecológico” de Alfred W. Crosby y el tráfico de plantas, animales, personas, e incluso enfermedades, entre los centros imperiales y sus colonias.9 Crosby expuso las consecuencias ecológicas de la colonización europea, incluyendo los efectos de la introducción de organismos extraños a las colonias, y de varios virus que enfermaron, e incluso mataron, a muchos nativos. Desde esta perspectiva, el colonialismo ambiental no es una especie de colonialismo, sino un componente básico e inherente del propio colonialismo. Como ha señalado el sociólogo John Bellamy Foster, el colonialismo—estrechamente ligado al imperialismo y al capitalismo—ha requerido la transformación del medio ambiente de las colonias a lo largo de toda su historia.10 A la vez que controlaba el flujo de recursos, el colonialismo también transformó el ambiente biofísica y materialmente, desplazando tanto los conocimientos ambientales locales como las formas previas de estructurar la relación entre los humanos y la naturaleza. Un resultado de tales cambios es el acceso desigual a los recursos naturales y, consiguientemente, el impacto desigual de los daños y costos ambientales. La transformación del ambiente les proporcionó a los colonos el control efectivo sobre el flujo de recursos naturales y humanos entre los centros imperiales y sus colonias. En algunos casos, este proceso continúa hoy día. Por ejemplo, el hecho de que actualmente los recursos naturales en Puerto Rico, incluyendo el agua, son regulados por las leyes y agencias federales y locales, con estas últimas subordinadas a las primeras, manifiesta claramente el control que Estados Unidos tiene sobre la isla y sus recursos naturales, incluso después del establecimiento del Estado Libre Asociado en 1952, el cual le proveyó a Puerto Rico una autonomía restringida con respecto al gobierno federal.11
Breve historia de la gestión del agua en Puerto Rico del 1898 al presente
Desde que los humanos aparecieron por primera vez en el planeta han sido responsables de una gran parte de los cambios ambientales. En un estudio reciente sobre el caso particular de Puerto Rico, la arqueóloga ambiental Isabel C. Rivera-Collazo señala que la actividad antropogénica (hecha por los humanos) ha transformado el medio ambiente a tal punto que el estado de los recursos naturales que hoy en día muchos intentan proteger, conservar o restaurar no se pueden comprender sin tomar en consideración los contextos sociales que moldearon esos recursos a lo largo de la historia.12 Fueron las actividades de los primeros habitantes durante la época arcaica, hace unos 4.8 kiloannum atrás, las que iniciaron los cambios ambientales antropogénicos en Puerto Rico. Según muestra Rivera-Collazo, los habitantes originarios introdujeron nuevas plantas traídas de sus lugares de origen, alterando los ecosistemas y paisajes de la isla. Las personas a lo largo de la Edad de Cerámica (entre 800 y 200 años antes de Cristo), aprovechando las transformaciones del paisaje durante el periodo arcaico, extendieron la corta de árboles en los bosques para sus asentamientos y para la agricultura, y también introdujeron nuevas especies a la biodiversidad local.
Sin embargo, fueron las actividades introducidas en Puerto Rico por las empresas imperiales y coloniales españolas y estadounidenses las que más contribuyeron a la transformación del entorno ambiental de la isla. Por ejemplo, la llegada de los españoles produjo grandes cambios ecológicos conectados al tráfico de plantas, animales, personas, e incluso enfermedades entre España y Puerto Rico. Además, los españoles introdujeron una amplia variedad de nuevas especies de ganado, como cerdos, caballos y otros, afectando dramáticamente la biodiversidad de Puerto Rico. A lo largo de la era colonial española, la extracción de recursos, la construcción de asentamientos, la ganadería, y la agricultura extensiva resultaron en un vasto proceso de deforestación y en una dramática transformación del paisaje. El sistema colonial español también generó grandes asimetrías políticas y económicas en la explotación y gestión de los recursos naturales y un intercambio desigual con la metrópolis.
La circulación constante de organismos bióticos y objetos o materiales abióticos continuó bajo el régimen colonial de Estados Unidos, establecido en Puerto Rico después de la Guerra Hispanoamericana en 1898. Desde el principio, los estadounidenses mostraron interés en los recursos hídricos de la colonia. Varios representantes de las comisiones federales y muchos viajeros de los Estados Unidos examinaron, catalogaron y prospectaron los recursos naturales de la isla.13 Muchos de estos visitantes exaltaron las riquezas naturales de la nueva colonia, a menudo describiéndola como un jardín edénico. Algunos visitantes estadounidenses, como el escritor Frederick A. Ober, llamaron la atención sobre la abundancia de agua en lo que ellos imaginaban como una generosa colonia agrícola abierta al desarrollo capitalista. Como observó Ober: “Aunque pocos de los ríos son navegables para cualquier distancia más allá de sus desembocaduras, no muchos países de la extensión de Puerto Rico son regados por tantos arroyos.”14
La historia contradictoria y conflictiva de la modernización y el desarrollo capitalista en la colonia desde 1898 cambió profundamente tanto la sociedad como el medio ambiente, incluyendo el hidropaisaje.15 La expansión urbana aumentó drásticamente bajo el dominio estadounidense. Aunque la actividad agrícola continuó, este sector económico eventualmente declinó a favor de la industrialización, lo cual provocó otros cambios y problemas ambientales como la contaminación del aire y el agua, entre otros. De hecho, muchos de los problemas ambientales a los que se enfrenta Puerto Rico hoy están ligados a la actividad capitalista, el desarrollo y la industrialización, todos intensificados desde la llegada de los estadounidenses. Como el régimen español, el sistema colonial de Estados Unidos también generó un desarrollo desigual entre Puerto Rico y los Estados Unidos, produciendo y reproduciendo desigualdades económicas y ambientales entre estas naciones.16
Es bajo el régimen colonial de Estados Unidos que Puerto Rico se integró más fuertemente a la economía capitalista. Este proceso de desarrollo económico implicó cambios dinámicos e intensos en el hidropaisaje moderno, alterando los cuerpos de agua en Puerto Rico mediante la canalización de los ríos, la construcción de un sistema de riego, y la construcción de embalses y represas. El sistema colonial estadounidense también trajo consigo un cambio dramático en la gestión del agua. Desde entonces el manejo de este recurso ha sido moldeado por las prácticas e ideologías políticas y económicas estadounidenses, y, por supuesto, configuradas por su tecnología. El hidropaisaje resultante, especialmente cuando se trata de la gestión del agua potable y el riego, refleja el capitalismo y manifiesta sus conflictos, mientras que la producción y la reproducción de la noción de agua como un bien comercial es el que predomina en Puerto Rico hoy día. Aun cuando una corporación pública gestiona la mayor parte de los recursos hídricos de la colonia, el agua sigue siendo tratada como una mercancía.
La administración colonial estadounidense de Puerto Rico, al igual que cualquier otro gobierno colonial, conllevó la colonización de recursos; es decir, el control sobre los recursos naturales de la colonia. El proyecto colonial estadounidense, de carácter capitalista, requería lo que el geógrafo Neil Smith describió como la “subsunción formal de la naturaleza.” Según comenta Smith: “Con la subsunción formal de la naturaleza, la acumulación de capital es facilitada predominantemente por una continua expansión en la conversión de materia prima en objetos de producción. Cada vez más petróleo y madera, algodón y carbón son extraídos para la producción. El colonialismo funcionó como una estrategia primaria para, entre otras cosas, esta subsunción formal de la naturaleza.”17 La colonización estadounidense de Puerto Rico también implicó la integración formal de la tierra, el agua, y los recursos naturales a los circuitos del capital de Estados Unidos, asegurando la apropiación y el acceso a los recursos naturales de la colonia. En las primeras décadas del siglo 20 en Puerto Rico, el capital estadounidense circuló por la naturaleza a través de la producción agrícola, principalmente en la producción de azúcar, o a través de proyectos de mejoras de la tierra como la construcción de sistemas de abastecimiento de agua y riego.18 Este patrón, iniciado por la administración militar estadounidense de la colonia, continuó con el gobierno civil formado después de la aprobación de la Ley Foraker en 1900.19
En las dos primeras décadas de la administración colonial estadounidense en Puerto Rico, el acceso a la energía eléctrica, el agua potable, el gas y la comunicación, entre otros servicios, aumentó, aunque principalmente en las zonas urbanas.20 La provisión de estos servicios se convirtió en una empresa lucrativa administrada por pequeñas compañías privadas de Estados Unidos que no tenían oficinas en Puerto Rico. Durante este periodo, la electricidad se proporcionó a través de sistemas hidroeléctricos. En 1908, la construcción del primer sistema de riego en el sur de Puerto Rico, que constaba de tres lagos artificiales, comenzó como subproducto de la aprobación de una ley de riego.21 El sistema comenzó operaciones en 1914.22 Los dos primeros proyectos hidroeléctricos fueron desarrollados por la compañía Puerto Rico Railway, Light and Power Company.23 El objetivo principal de estos proyectos no era la generación de electricidad, sino más bien servir a los fines de riego. Sólo los agricultores más prósperos, aquellos con las granjas más productivas, en su mayoría propiedad de los estadounidenses, podían pagar por el servicio de riego. El servicio estaba fuera del alcance de muchos agricultores locales, la mayoría de los cuales se vieron obligados a salir del negocio.24
En 1915, el gobierno insular comenzó sus propios proyectos para la generación de energía eléctrica, también en su mayoría en función del sistema de riego, lo que continuó después de la aprobación de la Ley Jones de Puerto Rico en 1917.25 En 1926 la agencia conocida como Utilización de las Fuentes Fluviales de Puerto Rico (UFFPR) se hizo cargo de la gestión del agua, principalmente para la generación de energía eléctrica, riego de tierras agrícolas, y la distribución de agua potable. El Servicio de Irrigación (SI) también fue otra agencia importante involucrada en la gestión del agua. En consecuencia, la capacidad de riego y de energía eléctrica aumentó significativamente en los años veinte y treinta. En 1941, se aprobó la ley que creó la Autoridad de Fuentes Fluviales (AFF), sustituyendo la UFFPR y el SI. Esta nueva agencia pública mantuvo un monopolio sobre el agua y la electricidad, un control que el gobierno puertorriqueño fortaleció a través de inversiones públicas, y diversas leyes y regulaciones.26
En 1945, la AFF compró la Puerto Rico Railway Light y Power Company y la Mayagüez Light Power and Ice Company. Ese mismo año, se formó la Autoridad de Acueducto y Alcantarillado de Puerto Rico (AAAPR), la agencia gubernamental que desde entonces es responsable de la gestión y sanitación del agua en la isla.27 Esto marcó un cambio de un sistema de abastecimiento de agua basado en pequeñas empresas privadas a un sistema gestionado nacionalmente por el estado colonial. El gobierno invirtió muchos recursos en este sistema y lo institucionalizó mediante varias leyes y regulaciones, en un esfuerzo por apoyar el crecimiento económico. Para asegurar la estabilidad social adoptó como política pública proporcionarles agua a todos los ciudadanos. Este cambio fue intensificado por el gobierno local después del establecimiento del Estado Libre Asociado de Puerto Rico en 1952, ya que el sistema de gestión y abastecimiento de agua se convirtió en una parte integral del estado colonial corporativista y del crecimiento económico liderado por el estado.
Desde entonces, la AAAPR se ha mantenido como una corporación pública, a excepción de dos momentos breves en la historia reciente cuando se intentó privatizarla. El primer intento ocurrió en los años noventa cuando una filial de la empresa transnacional Veolia administró la agencia. El gobierno puertorriqueño finalizó este contrato en 2002 al descubrir que la compañía tenía $6.2 millones en multas, en adición a deficiencias administrativas y operativas. El mismo año se anunció que la corporación estadounidense Suez gestionaría la utilidad, lo cual hizo por sólo dieciocho meses. La empresa manejaría la autoridad por 10 años, parte de las condiciones de un contrato de $4 mil millones. A los 18 meses exigió $93 millones adicionales, alegando que el tamaño de sistema de agua era mayor al que le habían indicado anteriormente. El gobierno de Puerto Rico no estuvo de acuerdo y se hizo cargo de la corporación pública otra vez. Estos esfuerzos coincidieron con la expansión de la hegemonía neoliberal en todo el mundo, lo cual implicó la desregulación de la economía y el declive del crecimiento económico liderado por el estado colonial a favor del sector privado. La severa crisis económica y fiscal, y a las medidas de austeridad que afectan a Puerto Rico hoy, han avivado nuevamente los esfuerzos para privatizar la AAAPR. La Junta de Control Fiscal, impuesta por el Congreso de los Estados Unidos en el 2016, también apoya la privatización de las corporaciones públicas como la AAAPR.28 El paso del huracán María en septiembre de 2017, devastó la isla dejando la AAAPR y su infraestructura de agua en muy mal estado. En ese contexto, la privatización de la corporación pública es cada vez más atractiva para muchos políticos y legisladores, e incluso para muchos ciudadanos puertorriqueños. Además de las dificultades presupuestarias, la AAAPR afronta también problemas como la contaminación del agua y un sistema ineficiente de gestión del agua, lo que discutiré a continuación.
Las aguas desperdiciadas y contaminadas
En el Caribe, Puerto Rico es una de las islas con mayor cantidad de recursos hídricos, pero también es uno de los lugares donde la gestión y utilización del agua es más ineficiente. El manejo y uso inadecuado de los recursos hídricos por parte de la AAAPR, los residentes y las corporaciones es motivo de gran preocupación para los científicos y ecologistas de la isla. Más del 50% del agua tomada por la AAAPR de diversas fuentes se pierde debido a tuberías dañadas, escapes de agua, y el consumo ilegal de agua por parte de los clientes.29 Además de una infraestructura anticuada, la sedimentación de cuerpos de agua y lagos artificiales, la deforestación, la expansión urbana, la falta de medidas para la conservación del agua, y la creciente demanda de agua, limitan el uso efectivo de este recurso básico.
Otro problema de gran importancia en Puerto Rico es la contaminación del agua.30 Entre las principales fuentes de contaminación se encuentran los desechos de la industria farmacéutica, la cría de ganado, el uso desproporcionado de fertilizantes, las escorrentías de aguas usadas procedente de zonas urbanas (que a menudo transportan desechos industriales), y las aguas no tratadas o parcialmente tratadas. La extracción excesiva de agua de los acuíferos también es perjudicial, ya que permite y aumenta la intrusión salina en los mismos, lo cual es pernicioso para las aguas subterráneas. Pero es la actividad industrial, mayormente del sector farmacéutico, junto con la agricultura y la industria de la construcción, las que causan la mayor parte de la contaminación del agua. La contaminación del agua afecta no sólo el agua potable, sino también muchos ríos, lagos y playas de la isla.
Por último, la actividad militar estadounidense en la colonia también ha jugado un rol significativo en la contaminación del agua, además de ocasionar daños al ambiente y a la salud humana. Un caso notable es el de la contaminación resultante de las actividades en la antigua Naval Training Range y el Naval Ammunition Support Detachment, ubicadas en Vieques, una isla-municipio al noreste de Puerto Rico. Violando las regulaciones ambientales federales, la fuerza naval estadounidenses descargó residuos tóxicos en las aguas viequenses, incluyendo plomo, cadmio, arsénico, y cianuro. Las actividades militares en Vieques han sido vinculadas a la alta incidencia de varios tipos de cáncer allí. Los habitantes de la pequeña isla también sufren de altas tasas de defectos congénitos, asma, enfermedades de la piel, y otras enfermedades respiratorias.31
Escasez de agua, sequías y cambio climático
Recientemente, miles de puertorriqueños se han visto afectados por una sequía moderada y la consecuente implementación de medidas de racionamiento de agua.32 Las sequías son riesgos naturales definidos como períodos prolongados de lluvias anormalmente bajas, lo que lleva a un déficit en los suministros de agua. La escasez de agua es un proceso complejo que no se puede reducir solamente a los efectos de baja precipitación. Sus causas son a menudo más sociales que naturales, vinculadas a estructuras de poder, al acceso desigual a los recursos, y a factores políticos y económicos complejos que hacen que algunos sectores de la población sean más vulnerables a las sequías que otros.
Los efectos del huracán María en los embalses y los lagos artificiales, así como la mala gestión de los recursos y servicios hídricos de la AAAPR también han incrementado la vulnerabilidad de Puerto Rico a las sequías. Por ejemplo, la negligencia de la AAAPR y del gobierno en general para tratar eficazmente la sedimentación limita la cantidad de agua en los embalses y reservas, ocasionando que haya menos agua disponible para enfrentar la escasez debido a los bajos niveles de lluvia. La contaminación del agua también afecta la cantidad de agua potable y limpia que podría utilizarse para mitigar las bajas precipitaciones. Las medidas de conservación del agua podrían aumentar o mantener estable el suministro de agua disponible durante periodos de poca lluvia, pero la falta de políticas eficientes de conservación y sustentabilidad aumenta la vulnerabilidad a la falta de lluvia, así como su mitigación. La pérdida de agua debido a tuberías rotas o defectuosas y una infraestructura inadecuada también limita la cantidad de agua disponible para enfrentar las sequías y evitar la escasez de agua.
El cambio climático es, sin duda, una de las razones principales por las que Puerto Rico y sus vecinos caribeños se enfrentan a un creciente patrón de sequías. El cambio climático, que ya está ocasionando efectos adversos al ciclo hidrológico, promete sequías aún más intensas y prolongadas en el futuro. Se prevé que la disponibilidad de agua disminuirá, mientras que la falta de planificación aumentará la vulnerabilidad de Puerto Rico a las sequías ya que, según un reporte reciente publicado por el Centro de Periodismo Investigativo, el gobierno de Puerto Rico todavía no ha desarrollado un plan estratégico para adaptarse al cambio climático y mitigar sus efectos.33
En adición al recrudecimiento de las sequías, el cambio climático afecta el hidropaisaje y el sistema de abastecimiento de agua de otras maneras. Uno de estos efectos es el aumento en los niveles del mar, que ya está afectando las costas y a las comunidades puertorriqueñas ubicadas en esas zonas. Otra consecuencia del cambio climático es el aumento en la intensidad y frecuencia de ciclones o huracanes. Esto, a su vez, está ligado a la erosión costera y a un aumento en la temperatura del mar. El alza en la temperatura del mar y otros cambios como la presencia de más nutrientes en los mares provoca que los corales liberen las algas simbióticas que viven en sus tejidos, lo que intensifica la decoloración de los arrecifes y corales. El cambio climático también implica cambios drásticos en los patrones de lluvias, lo cual afectaría los suministros y la calidad del agua.34 Asimismo, el aumento de la temperatura del agua en los lagos y otros cuerpos de agua significa niveles más bajos de oxígeno disuelto en el agua, mientras el aumento de las precipitaciones, las inundaciones y la escorrentía podrían transportar contaminantes a las vías fluviales, incluyendo sedimentos, nitrógeno, patógenos, y pesticidas.
Aparte de las consecuencias ambientales del cambio climático, los costos sociales para los puertorriqueños serían devastadores, incluyendo una mayor vulnerabilidad a huracanes e inundaciones costeras, un aumento en los riesgos de enfermedades y en la escasez de agua, así como pérdidas económicas debido a los impactos del fenómeno atmosférico sobre el turismo y los activos agrícolas.
Contra la insaciable sed corporativa
Como ya he mencionado, el problema del agua en Puerto Rico está directamente relacionado con la cuestión colonial. A largo plazo, descolonizar el hidropaisaje y erradicar el colonialismo ambiental, requerirá la descolonización de Puerto Rico. El proyecto anti-colonial o descolonizador no puede sino ser un proyecto socio-ecológico. Sin embargo, dentro de los confines del sistema colonial, algunas reformas, aunque limitadas, son posibles. La preocupante situación de la gestión del agua en Puerto Rico está considerablemente ligada a la falta de una estrategia o política básica y ecológicamente sólida para gestionar eficazmente los recursos hídricos, y que a su vez mantenga la infraestructura hídrica en buen estado.35 Aunque apenas se han hecho esfuerzos para instituir las políticas necesarias, algunos científicos ambientales han ofrecido recomendaciones. Por ejemplo, según señala el geomorfológo tropical Frederick N. Scatena, en Puerto Rico una planificación del agua bien pensada supone varios desafíos: aumentar la eficiencia del sistema de agua a través de una mejor infraestructura que reduzca la pérdida de agua; lograr la gestión eficaz de la demanda de agua para mitigar los efectos de las sequías y evitar la escasez de agua y el racionamiento; reducir la tasa de sedimentación que limita la cantidad de agua en los embalses; y mejorar el tratamiento de las aguas usadas.36
Más allá de la administración eficaz, yo insistiría en la implementación de una política pública de conservación de agua para disminuir el uso innecesario de este recurso. La planificación del agua también debe considerar formas de utilizar este recurso en formas ecológicamente apropiadas para reducir la contaminación del agua y los daños ambientales. Estas políticas deben incluir esfuerzos para descontaminar, conservar y restaurar ríos, lagos y otros cuerpos de agua. Además, las políticas de conservación deben apoyar el reciclaje del agua, y la reutilización de las aguas residuales tratadas para diversos fines como el riego agrícola, los procesos industriales, el lavado de inodoros, y la reposición de las aguas subterráneas. También debería considerar formas de estimular y facilitar la recolección y almacenamiento de agua de lluvia, por ejemplo, en las azoteas de casas y edificios. En adición, podría estimular la creación de jardines de lluvia, como los construidos en Ponce, para ayudar a controlar los contaminantes transportados por la escorrentía de agua de lluvia.37
También recomiendo que el gobierno aliente y apoye más proyectos de acueductos comunitarios o rurales, al tiempo que fortalezca los 247 acueductos que ya operan en las zonas rurales y remotas de Puerto Rico y que son administrados por pequeños grupos comunitarios. Estos ciudadanos y sus comunidades deben ser empoderadas, y reforzar su autonomía, su autosuficiencia y su capacidad para operar acueductos sostenibles. A largo plazo, esto podría reducir los costos a la AAAPR, mejorar la calidad de los servicios y ampliar la participación de los ciudadanos en los procesos de toma de decisiones sobre los servicios de agua en la isla. El apoyo a los acueductos comunitarios también podría disminuir la dependencia de estas comunidades en los servicios de la AAAPR, al tiempo que disminuye su vulnerabilidad a riesgos naturales como sequías y huracanes. Más allá de los acueductos comunitarios, se podrían explorar otras modalidades, como los acueductos co-manejados que unen a las comunidades, la AAAPR, organizaciones no gubernamentales, y a diversas empresas privadas en los esfuerzos para el manejo de los recursos hídricos.
Las dificultades presupuestarias que el gobierno puertorriqueño enfrenta actualmente debido a la crisis económica y fiscal limitan la capacidad del gobierno y de la AAAPR para instituir las políticas propuestas. Presionada por el gobierno del Estado Libre Asociado y la Junta de Control Fiscal, la AAAPR está avanzando hacia la privatización una vez más. Motivado por la revitalizada concepción hegemónica del agua como mercancía, el reciente impulso hacia la privatización constituye una especie de desposesión de los bienes públicos.38 Una de las formas en que el capital se expande en la era neoliberal es absorbiendo o integrando más y más recursos a los circuitos del capital, incluyendo personas, actividades y tierras, así como los recursos gestionados públicamente. Esto es lo que el geógrafo David Harvey llama “acumulación por desposesión,” la subsunción de bienes públicos mediante la privatización, esquemas para mercantilización de diversos bienes, la financiación, y las diversas políticas redistributivas del estado.39 Para contrarrestar la desposesión del agua, tenemos que reafirmar y proteger el derecho de todos los puertorriqueños a agua limpia y segura. Eso, por supuesto, requiere evitar que los flujos de agua sean dirigidos a saciar la sed corporativa que todo lo consume y monopoliza mediante la privatización.
La toma de decisiones con respecto al agua debe ser radicalmente democrática y depender de la confianza pública, lo que significa que deben existir los mecanismos para que los ciudadanos puedan responsabilizar al gobierno por sus acciones en relación con la gestión del agua. Para eso tenemos que instituir lo que la activista ambientalista Vandana Shiva llama una democracia viva y próspera, no la democracia moribunda y diluida que gobierna a Puerto Rico actualmente.40 Esta democratización debe involucrar a los ciudadanos, las comunidades y las organizaciones no gubernamentales, incluidas las organizaciones ambientalistas que ya están trabajando de forma independiente con el gobierno para conservar y descontaminar los cuerpos de agua como los humedales, pantanos, lagunas, y playas. Por ejemplo, el Comité Caborrojeño Pro Salud y Ambiente está restaurando la laguna de Cartagena en Cabo Rojo. Grupos alrededor del canal Martín Peña en San Juan están restaurando y conservando el canal, a menudo monitoreando la calidad del agua. El Comité Pro-Desarrollo de Maunabo conserva y restaura el humedal de Punta Tuna en Maunabo, la organización Corredor del Yaguazo de Cataño conserva y restaura la ciénaga Las Cucharillas y la Laguna Secreta, mientras que el Programa de Educación Comunal de Entrega y Servicio (P.E.C.E.S.) protege y conserva cuerpos de agua en la Reserva Natural de Humacao.41
Los esfuerzos del gobierno de Puerto Rico para privatizar la AAAPR han sido costosos tanto para el gobierno como para sus ciudadanos. Por tanto, sería necesario explorar algunas alternativas. Además de la gestión comunitaria de los servicios de agua o los servicios prestados por organizaciones no gubernamentales y sin fines de lucro antes mencionados, las cooperativas de agua, también conocidas como asociaciones de usuarios de agua, representan una alternativa a la privatización del sistema de agua. Estas cooperativas y asociaciones existen en todo el mundo, incluyendo los Estados Unidos, Canadá, Finlandia, Dinamarca, Austria, Bolivia, y Chile, y podrían servir como modelos a implementarse en Puerto Rico.42 La propia AAAPR podría convertirse en una cooperativa de trabajadores, una alternativa que probablemente sería rechazada por el gobierno y hasta por los propios trabajadores. Alternativamente, una cooperativa de trabajadores podría aliarse con el gobierno del Estado Libre Asociado para co-manejar los recursos y servicios de agua. Las cooperativas de agua podrían variar en tamaño y podrían proporcionar servicios a diferentes escalas geográficas, desde el nivel comunitario y municipal, hasta todo Puerto Rico. Incluso los acueductos comunitarios existentes podrían gestionarse siguiendo un modelo cooperativista.
Para concluir, reitero la necesidad de considerar alternativas a la privatización mediante la democratización de la gestión del agua y la elaboración de políticas públicas, citando el Manifiesto del Agua de Riccardo Petrella:
Como ‘fuente de vida’ fundamental e irremplazable para el ecosistema, el agua es un bien vital, que pertenece a todos los habitantes de la tierra en común. A ninguno de ellos, individualmente o en grupo, se le puede permitir el derecho a hacerlo propiedad privada.43
Según Petrella: "la gestión integrada y sostenible del agua pertenece a la esfera de la democracia. Va más allá de las habilidades y el saber hacer de los técnicos, ingenieros y banqueros." Desde esta perspectiva, todos nosotros tenemos un papel crucial que desempeñar en la esfera pública, a través de acciones individuales y colectivas, para salvaguardar el acceso y el derecho de todos al agua limpia y sostenible.
- Uso el concepto de “hidropaisaje” en el sentido proporcionado por Erik Swyngedouw. Él se concentró en la forma en que fluye el agua en el tiempo y el espacio, así como en la construcción social o representaciones culturales del agua, el tiempo y el espacio. Swyngedouw utiliza el término “hidropaisaje” para mostrar que el agua tiene una fluidez que la diferencia de otros tipos de recursos naturales. Además, argumenta que el agua no puede ser totalmente entendida en términos de las leyes naturales por sí solas, ni puede definirse enteramente como parte de un proceso social. El agua es mejor entendida en términos de ambas cosas. El agua fluye constantemente a través de las geografías físicas, a través de la superficie física, pero también a través de los paisajes sociales, culturales o simbólicos. Ver Swyngedouw, E. (1999). “Modernity and Hybridity: Nature, Regeneracionismo, and the Production of the Spanish Waterspace, 1890-1930”. Annals of the Association of American Geographers, 89(3), 443-465.
- Coronil, F. (2003). “Naturaleza del Poscolonialismo: del Eurocentrismo and Globocentrismo”. En E. Lander (Ed.), La Colonialidad del Saber. Buenos Aires: CLACSO. pp. 87-111. En el mismo libro, intelectuales como Aníbal Quijano, Enrique Dussel y Walter D. Mignolo también afirman que el capitalismo y el colonialismo se constituyen mutuamente.
- La “ideología de la naturaleza” se refiere a un esquema sistemático de ideas distorsionadas sobre la naturaleza que ostentan las clases altas para servir a sus intereses. Según Neil Smith, la representación de la naturaleza como externa a la sociedad es ideológica, así como también lo es la representación romántica de la naturaleza como universal. Ver Smith, N. (2008). Uneven Development: Nature, Capital and the Production of Space. Athens: The University of Georgia Press.
- Gregory, D. (2001). “(Post)Colonialism and the Production of Nature”. En N. Castree, & B. Braun (Eds.), Social Nature: Theory, Practice and Politics. Malden: Blackwell Publishers. pp. 84-111
- En los años setenta, el nacionalista puertorriqueño Juan Mari Brás argumentó que la transferencia de fábricas petroquímicas y farmacéuticas de Estados Unidos a Puerto Rico constituía un ejemplo de colonialismo medioambiental. Para más información sobre esto, ver Anazagasty-Rodríguez, J. “Juan Mari Brás y el Colonialismo Ambiental”. 80 Grados. 6 de abril de 2018. https://www.80grados.net/juan-mari-bras-y-el-colonialismo-ambiental/
- Ramírez, N. (2018, April 24). “Toxic Colonialism: Nuclear Materials in the Pacific Islands”. Compass: The Gallatin Research Journal. https://wp.nyu.edu/compass/2018/04/24/toxic-colonialism-nuclear-materials-in-the-pacific-islands/
- Una formación de desigualdad ambiental se refiere a la conexión entre la calidad ambiental y las jerarquías sociales, al acceso desigual a los recursos naturales a lo largo de las líneas de clase, género y raza, así como a la distribución desigual de los costos y daños o las injusticias ambientales. Para más información sobre este concepto, ver Pellow, D. N. (2000). “Environmental Inequality Formation: Toward a Theory of Environmental Injustice”. American Behavioral Scientist, 43(4), 581-601.
- Nelson, R. H. (2003). “Environmental Colonialism: ‘Saving’ Africa from Africans”. The Independent Review, 8(1), 65-86.
- Crosby, A. W. (1986). Ecological Imperialism: The Biological Expansion of Europe, 900-1900. Cambridge: Cambridge University Press. Ver también, Arnold, D. (1996). La naturaleza como problema histórico: El medio, la cultura y la expansión de Europa. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica.
- Foster, J. B. (1999). The Vulnerable Planet: A Short Economic History of the Environment. New York: Monthly Review Press.
- La Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico es un documento de gobierno compuesto por varios artículos que especifican la organización del gobierno y las funciones atendidas por sus instituciones. Incluye una declaración de derechos. Pero, dado que Puerto Rico es un territorio no incorporado, o una colonia, esa constitución está destinada en última instancia a sujetarse a la Constitución de los Estados Unidos y a la legislación federal. Aunque la Constitución del Estado Libre Asociado proporcionó a los puertorriqueños un gobierno autónomo con respecto al gobierno de los Estados Unidos, esa autonomía está restringida. La soberanía todavía recae en el gobierno federal.
- Rivera-Collazo, I. C. (2015). “Por el camino verde: Long-term tropical socioecosystem dynamics and the Anthropocene as seen from Puerto Rico”. The Holocene, 25(10), 1604-1611.
- Anazagasty Rodríguez, J. (2015). “Narrativas y sondeo del capitalismo-estadounidense sobre los recursos naturales de Puerto Rico, 1898-1917”. Memorias, 11(26).
- Traducción del autor: “Though few of the rivers are navigable for any distance above their mouths, yet not many countries of Puerto Rico’s extent are watered by so many streams.” Ober, F. A. (2005 [1899]). Puerto Rico and its Resources. San Juan: Ediciones Puerto, 12.
- Aunque se ha prestado mayor atención al suelo, los cambios medioambientales entrelazados con la modernización y el desarrollo económico han recibido cierta atención. Berman-Santana, D. (1996). Kicking off the Bootstraps. Arizona: University of Arizona Press. Ver también, Muriente Pérez, J. A. (2007). Ambiente y Desarrollo en el Puerto Rico Contemporáneo. Río Piedras: Publicaciones Gaviota
- El desarrollo impar, producto de las dinámicas de la economía capitalista, denota una economía global estratificada o la distribución desigual de las personas, los recursos y la riqueza que es evidente a escala mundial, regional, nacional y urbana. Según comenta el abogado y líder socialista Juan Mari Brás, un ejemplo de las desigualdades ambientales fue evidente en el traslado a Puerto Rico de los procesos de producción contaminantes de muchas industrias estadounidenses que las leyes federales de contaminación no permitían en la metrópolis. Tal fue el caso, según Brás, de la refinería de petróleo Sun Oil, que se ubicó en el pueblo de Yabucoa en los setenta, donde se procesaba un aceite de baja calidad que no estaba permitido en muchos estados de los Estados Unidos. Ver, Anazagasty-Rodríguez, J. “Juan Mari Brás y el Colonialismo Ambiental”. 80 Grados. 6 de abril de 2018. https://www.80grados.net/juan-mari-bras-y-el-colonialismo-ambiental/
- Traducción del autor: “With the formal subsumption of nature, capital accumulation is facilitated predominantly by a continual expansion in the conversion of extracted material into objects of production. More and more oil and wood, cotton and coal are extracted for production. Colonialism functioned as a primary strategy for, among other things, this formal subsumption of nature.” Smith, N. (2006). “Nature as Accumulation Strategy”. En L. Panitch, & C. Leys (Eds.), Coming to Terms with Nature (Socialist Register 2007). Monmouth: The Merlin Press, p. 28.
- Ayala, C. E., & Bernabé, R. (2009). Puerto Rico in the American Century: A History since 1898. North Carolina: The University of North Carolina Press. Ver también, Cabán, P. A. (1999). Constructing a Colonial People. Colorado: Westview Press.
- La ley Foraker, oficialmente llamada Ley Orgánica de 1900, estableció un gobierno civil limitado en Puerto Rico, mientras que también instituía la ciudadanía puertorriqueña y ponía en efecto todas las leyes federales en la colonia. Fue limitado en el sentido de que sólo una porción de ese gobierno fue constituida por miembros electos. La mayoría de los funcionarios fueron nombrados por el presidente de los Estados Unidos.
- Cancel, M. R., & Feliciano, H. (2008). Puerto Rico: Su transformación en el tiempo. Puerto Rico: Editorial Cordillera.
- Irizarry Mora, E. (2012). Fuentes energéticas: Luchas comunitarias y medioambiente en Puerto Rico. San Juan: Editorial de la Universidad de Puerto Rico.
- Ayala & Bernabé op. cit.
- Irizarry Mora op. cit.
- Ayala & Bernabé op. cit.
- Irizarry Mora op. cit. La Acta Jones de Puerto Rico, también conocida como la Ley Jones de Puerto Rico, la Ley Jones-Shafroth y la Ley de Relaciones Federales Puertorriqueñas de 1917 suspendieron la Ley Foraker y concedieron la ciudadanía de los Estados Unidos a todos los puertorriqueños. También creó el Senado de Puerto Rico, con una Cámara de Representantes, autorizó la elección de un Comisionado Residente, e instituyó una Declaración de Derechos en la colonia. También eximió a los bonos puertorriqueños de impuestos federales, estatales y locales.
- Ibid.
- Ibid.
- La Junta de Control Fiscal, un órgano formado por siete miembros nombrados por el presidente de los Estados Unidos, fue instituido por el Congreso de Estados Unidos para supervisar la reestructuración de la deuda de la colonia. Fue el producto de la Ley de Supervisión, Gestión y Estabilidad Económica de Puerto Rico (PROMESA en inglés) aprobada en 2016, una ley diseñada para supervisar la deuda pública de la colonia y acelerar las medidas para aprobar varios proyectos para enfrentar la crisis económica de Puerto Rico.
- Muriente op. cit.
- El Nuevo Día. “Los Mayores Problemas del Agua en Puerto Rico”. El Nuevo Día, 20 de febrero de 2014. https://www.elnuevodia.com/noticias/locales/nota/losmayoresproblemasdelaguaenpuertorico-1715534/. Ver también, Scatena, F. N. (2006). “Agua”. En T. López Marrero, & N. Villanueva Colón, Atlas Ambiental de Puerto Rico. San Juan: Editorial Universidad de Puerto Rico. pp. 101-110. Para más información sobre la contaminación del agua, consulte también, Muriente op. cit.
- Berman-Santana, D. y Lindsay-Poland, J. (2001) Puerto Rico Update. Number 32, Spring
- CBS News. “Puerto Rico implements water rationing measures amid drought.” 11 de febrero de 2019. https://www.cbsnews.com/news/puerto-rico-implements-water-rationing-measures-amid-drought-today-2019-02-11/
- Estrada López, E., & Rivera Santos, M. “Puerto Rico está lejos de un plan para enfrentar el cambio climático”. Centro de Periodismo Investigativo, 17 de abril de 2018. http://periodismoinvestigativo.com/2018/04/puerto-rico-esta-lejos-de-tener-un-plan-para-enfrentar-el-cambio-climatico/
- Robinson, S.-a. (2018). “Adapting to climate change at the national level in Caribbean small island developing states”. Island Studies Journal, 13(1), 79-100.
- Muriente op. cit.
- Scatena op. cit.
- Alvarado León, G. E. “Jardines de lluvia para el barrio Playa en Ponce”. El Nuevo Día. 23 de diciembre de 2018. https://www.elnuevodia.com/noticias/locales/nota/jardinesdelluviaparaelbarrioplayaenponce-2467168/
- Para más sobre la privatización del agua como una forma de desposesión por acumulación consulte a Swyngedouw, E. (2005) “Dispossessing H2O: the contested terrain of water privatization”. Capitalism Nature Socialism, 16(1), 81-98.
- Harvey, D. (2005). A Brief History of Neoliberalism. New York: Oxford University Press.
- Shiva, V. (2007). Las nuevas guerras de la globalización. Madrid. Editorial Popular.
- Para más información sobre éstas y otras comunidades y organizaciones, ver, García López, G., Concepción, C. M., & Torres Abreu, A. (Eds.). (2018). Ambiente y Democracia: Experiencias de gestión comunitaria ambiental en Puerto Rico. San Juan: Editorial de la Universidad de Puerto Rico.
- Arvonen, V., Kibocha, S. N., Katko, T. S., & Pietila, P. (2017). “Features of Water Cooperatives: A Comparative study of Finland and Kenya”. Public Works Management and Policy, 0(0), 1-22.
- Petrella, Riccardo. “El manifiesto del agua”. Foro por una nueva gobernanza mundial. Consultado el 29 de marzo de 2019. http://www2.world-governance.org/article111.html?lang=es